la función del arte... galeano...


Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.

Viajaron al sur.

Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:

—¡Ayúdame a mirar!

3 comentarios:

Norma dijo...

Me encanta Galeano... y de ese libro hay dos que me gustan más que esta... El mundo es como un mar de fueguitos...

jax dijo...

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo
subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la
vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

-El mundo es eso - reveló - Un montón de gente, un mar de
fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuego iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y
fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se
entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros
arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin
parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Norma dijo...

Eso es...